Sunday, February 26, 2006

Una tarde

Sentado en el banco de la esquina esperaba. Era una calle tipica del centro de Buenos Aires: angosta, empedrada, un tanto desnivelada, triste. El clima no acopañaba, el cielo se estaba llenando de nubes grises que tapaban la claridad del cielo. Miró la hora, ya era la decimosegunda vez que lo hacía. Era tarde, pero no podía irse. Entonces la rutina de la ansiedad se disparó: empezó a agitar los pies golpeando los talones contra la pared, se resfregaba las manos y cada tanto se las pasaba por la cabeza, proyectaba imagenes en su cabeza, queria encontrar una explicación al retraso. Por lo general los pensamientos seguian una secuencia de estados de animo. Primero, sintió rabia, pensó que seguramente ella se había quedado un rato mas en el baño "Sí, seguramente quedó en el baño, dandose esas largas duchas que disfrutamos cuando estamos juntos. Luego se puso a leer los mails, total, yo siempre la espero, después revisar el diario y comentar algun blog. Ahora, seguramente, esta viniendo pará aca lo mas contenta, con la sonrisa de oreja a oreja como si no pasara nada. Y yo, aca, esperandola, como siempre". Después, llegaba la fase comprensiva: "O no, quizas no fue eso lo que pasó, tal vez estaba muy cansada y se duchó y se quedó dormida. Luego, se despertó y se alarmó por la hora, intentó comunicarse conmigo y no pudo. Tal vez por eso revisó los mails, esperando encontrar algún mensaje mio. Seguro ahora esta arriba de un taxi gritandole al pobre chofer para que se apure mientras ensaya todo un discurso de disculpas. Es por eso que la quiero tanto". Y el amor traia consigo otro estado de ánimo: "Uy, tal vez no fue asi. Tal vez le paso algo. Quizas se patinó en el baño y quedó herida. Los vecinos llegaron cuando escucharon sus gritos. Quisieron comunicarse conmigo pero no pudieron. Tal vez este sola en este momento en el hospital, inconciente. La quiero demasiado como para dejarla sola".
Se le acercó un chico y le pidió monedas, con un gesto se lo sacó de encima, y con él, sus pensamientos. Sintio las manos húmedas, miró a los costados y se rió. Ya le resultaba cómica su manera de pensar, se daba cuenta del ciclo una vez que este concluía. La terapia estaba funcionando.
Se paró y dió un par de pasos, luego, cambió de sentido. Cuando llego a mitad de cuadra sintió el celular. Era ella, atendió sin saber cómo reaccionar, escuchó sus excusas y la perdonó. Colgó y siguió caminando, ella no vendría: se había roto la ducha y la casa estaba semi inundada, debía quedarse esperando hasta que viniese el plomero, por precaucion corto la luz, se quedo sin reloj y ordenando la casa no reparo en la hora, recien cuando un vecino pregunto por el agua, se acordo de mi y llamo.
Es por eso que la quiero tanto.