Thursday, December 02, 2010

De adolescencias tardias, letras malditas y promesas imprudentes.

...escuchaba a Janis Joplin y me decía "I need a man to love". No me atreví a preguntarle si realmente era una canción o ella estaba diciendo algo más. Huí y la miré de lejos. La rechacé y la extrañé. Con muy poco marcó el transcurso de lo que vendría.

Aprendí a extrañarla aún sin haberla tenido y en la estúpida melancolía también la odié. Le dediqué versos odiosos buscando llamar su atención.

Pasó la noche y antes del amanecer la encontré en un rincón de la sala. El encantamiento fue instantáneo. Fue el seguir una conversación que había empezado aún antes de nosotros. Nuestra tarea era recorrer las palabras dibujando senderos grises. Pero como todo encantamiento, fue fugaz. Se iluminó la sala y me sentí observado y vulnerable, tuve que correr y olvidar a aquella que por primera vez me había amado.

El verano se encargó de borrar su recuerdo y el alcohol puso la barrera en su lugar.

"Nunca pude ser aquella que vos querias que fuese" dijo ella y el mundo se vino abajo. Porque uno es tan culpable de lo que hace como de lo que deja de hacer. Todos esos castillos construidos para que ella habite se desplomaron sobre su espalda e hirieron su orgullo. Ahogaron sus posibilidades de sorprender(me) y sepultaron su inocencia.
Ella tan solo pretendía que yo estuviera ahí, no necesitaba de mis sueños ni de mis planes. Yo era su sueño y su plan.

Los reclamos se sucedieron y las heridas se salaron. Las canciones profetizan.

Vendran años de promesas imprudentes y auto-engaños.

Aparecera aquella otra, que al contrario, pidió todo sin siquiera decirlo. Y allí estuve, apilando ladrillos sobre mi personalidad para poder abarcarla. Ella, sin decirlo tampoco, me abandonó y me volví un adicto a su ausencia. Porque mi tendencia a construir en negativo la transformó en diosa y vigía de todo lo que hiciera (y lo que no) en mi vida. Decepcionarla, aún sin que ella se entere, será mi mayor miedo.

El optimismo vacio es la herramienta del pesimista cansado. Porque la decepción cansa y nubla la vista. Las palabras vienen y se van en oleadas dejando solo espuma en la orilla.

Ella no quería saber nada. Ella quería que todo la sorprendiese. Baja expectativa era garantía de felicidad. Me acompañó un tiempo durante el cual desenvolvimos nuestros papiros desnudando mentiras y poses. Yo caí inocentemente en su plan de darse a conocer a cuentagotas. Me envolvío con cada arista de su historia. Compartimos madrugadas y tardes de lluvia. En cuanto le hice saber que ocupaba un lugar en mi vida renunció a todo, incluso a mi, y partio. Dijo que no jugué limpio y se escapo.

Extrañé un tiempo no deberle a ella nada más que toda mi originalidad y espontaneidad de manual. Tal vez no era ese el camino.

Me sentí ya sin fuerzas y dejé todo a la deriva. Busqué perderme en el anonimato de otra ciudad e intenté empezar de nuevo. Siendo que todo se repite, fuí y me senté al lado de ella que...